RB 53,1: "Recíbanse a todos los huéspedes que llegan como a Cristo, pues Él mismo ha de decir: "Huésped fui y me recibieron""

La hospitalidad, uno de los valores sobre los cuales se fundamenta la espiritualidad benedictina, es acoger evangélico de los hermanos, los cuales van al monasterio sobre todo para llevar a cabo una experiencia de Dios, disfrutando un clima de oración que la favorezca. (RB 48,1).

El monje es consciente que el monasterio es la casa de Dios y que el huésped no está allí para él sino para Cristo, lo único necesario para todos; desde esta conciencia brota el estilo de hospitalidad:compartir las riquezas espirituales de una vida vivida a la constante presencia de Dios, sumada a la atención por las necesidades del huésped, la fraternidad que se expresa en la cama lista, la atmósfera de silencio y de oración. En los últimos años la comunidad de S. Girolamo fue recuperando su vocación de entrega a la Palabra, según el carisma benedictino, que está dirigido a la conversión constante de la vida, en una atenta y adorante escucha del Señor que se hace presente en los hermanos y en el maestro del monasterio, el abad o la abadesa. ¿Pero puede quedarse escondida una ciudad situada sobre el monte? ¿Se puede poner una luz bajo el balde? La luz si no tiene aire se apaga, y si no ilumina pierde su razón de ser, así compartir con los hermanos los dones que Dios hace en el silencio y en la soledad es una necesidad más allá de un deber. Por eso, junta a la oración litúrgica, la comunidad ofrece un servicio a la Palabra leída, meditada, rezada y por gracia de Dios, contemplada.

De este deseo de compartir brotan algunas iniciativas, como la "lectio divina" acerca de las lecturas de los domingos, abierta a todos cada sábado a las 18,00 y unos encuentros bíblico-espirituales cada mes.El enfoque bíblico-espiritual se pone en el álveo de la tradición monástica, ligada al contacto personal y comunitario con las Santas Escrituras, presencia de un Dios tan cercano por hacerse uno de nosotros, de volverse Palabra, Comunicación. Así la Palabra se queda libre de grabar eficazmente en la vida de cada uno, como el "estilo sobre la cera", sin estorbar la lectura cuidada del texto, con el fin de favorecer el descubrimiento y saborear su profundidad y su significacián.

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